Los jugadores del Barça sumaron hoy otra victoria, esta vez contra la pobreza, en un partido de fútbol sala solidario en el que se enfrentaron repartidos en dos equipos dirigidos por Pep Guardiola y Tito Vilanova, con motivo de la Marató per la Pobresa que organiza TV3, la televisión autonómica catalana.
Después de la Copa del Rey y la fiesta posterior en el Camp Nou, el Barça guardó un último adiós en la recámara. Una exhibición para deleite de una grada más joven que nunca, el colofón a la temporada, la escenificación del relevo tranquilo en el banquillo azulgrana.
En un Palau Sant Jordi a rebosar de 14.000 personas, la mayoría de ellos niños, jóvenes y familias, los jugadores del Barça se sacudieron de toda la presión de la competición y dieron rienda suelta al buen rollo.
Por un lado, Pinto, de azulgrana, Xavi, Piqué, Pedro y Montoya, a las órdenes de Tito, con Bartra, Rodri y Espinosa en el banquillo. Frente a ellos, de naranja, Guardiola colocó a Masip, Iniesta, Busquets, Adriano y Tello, además de a Dos Santos, Muniesa y Gustavo. Valdés e Ilie actuaron como comodines.
Al final, el resultado fue lo de menos. Todo fue espectáculo desde el preludio, cuando la compañía Els Comediants escenificó un universo con planetas gigantes que sobrevolaron el cielo del Sant Jordi.
No estuvieron Messi, Macherano, Alexis, Afellay y Keita, llamados por sus selecciones. Pero sí los internacionales españoles, antes de incorporarse con la absoluta para disputar la Eurocopa. Tampoco faltaron algunos lesionados, entre ellos, un ovacionado Carles Puyol.
Ritmo competitivo, ninguno. Pero motivación, ganas y humor no faltaron y eso lo agradecieron los espectadores. Especialmente al meta Valdés, hoy hipermotivado, auténtico rey del cotarro. Tan pronto celebraba un gol como si fuera el de su vida, como simulaba encararse con los árbitros o caer lesionado entre aspavientos exagerados. A su espalda, añadió un "0" con esparadrapo a su dorsal habitual. Fue el auténtico Messi de la fiesta.
Le acompañaron Piqué, con sus espectaculares gestos técnicos, o Busquets, quien dejó ir su pillería habitual al robar una camiseta del equipo contrario y marcar un gol entre el despiste general.
Pep no podía reprimir una enorme sonrisa, sobre todo cuando la afición coreó su nombre o pidieron que ambos técnicos saltaran a jugar. Al final, con un 8-8 en el marcador, el Barça de Pep venció en los penaltis al de Tito. Fue el último título de la temporada, hoy solidario. Y como punto final, la sardana triunfal de siempre entre todos los jugadores, el símbolo de la triunfal era Guardiola.
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